Páginas

Total de visualizações de página

terça-feira, 23 de agosto de 2011

LA NOCHE NOS TENDIO UNA TRAMPA (ESPANOL)


Que la noche nos tendió a una trampa, eso lo sabemos
con sus músicas dentro de los ojos y casi santos, casi ángeles
nos desnudamos embriagados y contentos,
nos arrastramos como anguilas en el suelo hecho de carne y sábanas,
con tu cuerpo debajo de mí como alfombra persa voladora
que llevó a las mil y una noches dentro del cuarto
lleno de cabellos sueltos.

No hacía falta la cama para nada, ni hacíamos falta nosotros
pero allí estábamos, acostados uno dentro del otro,
incluidos en el mismo beso cómplice, en el mismo sudor
haciendo valer los años que arrastramos con nosotros
y los amores que gastamos por ahí, caminando por estos mundos de Dios
que nos obligan siempre a preservar las noches de los acantilados
y evitar las zambullidas de dolor en el medio del océano
que resulta siempre ser más profundo de lo que calculamos.

Estábamos llenos de historias
las mismas que llenaron la noche de vino tinto
y las palabras que bailaron manoseadas, casi corrompidas
por las cuerdas de una guitarra de rock
cantando un viejo Blues al buen estilo del Ray Vaughan,
donde él se confunde con su guitarra se confunde con nosotros mismos,
se confunde…

Pero de esta vez yo tocaba la guitarara de tu cuerpo
con mis dedos juntos o dispersos,
arrancando de ti los sonidos más delicados y profundos
bien profundos y húmedos como caverna olvidada,
atravesados por el piso inerte y mojado
que nos venció antes de arrastrarnos hasta el cuarto,
antes de sucumbir a nuestro espectro,
antes de reparar que no somos los mismos,
ni siquiera cuando intentamos serlo.

Está claro para mí que todo tiene lógica,
esa que arrasa las lágrimas como un huracán
y te deja desnudo en el medio de la tarde mirando las nubes
que se aventuran a dibujar señales de humo,
la que hoy me rinde y me hace ver por qué estamos aquí
desprovistos de todo pero no de este deseo
que nos hace blancos fáciles, apenas socorridos
por el sonido de una música,  vencidos por una copa de vino,
acostados como una cruz hecha con nuestros cuerpos,
con clavos en el medio de las manos y las piernas abiertas para el techo,
nos sentimos crucificados y perfectos
como si hubieramos sido destinados a pagar los pecados del mundo,
sin derecho a reencarnación ni a segundas vueltas,
sin derecho o retroceder en el borde de los abismos que ya saltamos
o en los que caímos por falta de alas,
esos que nos permitieron volar en aquellos saltos sin paracaídas,
sin riendas, sin redes…

Recuerdo  que cuando nos despertamos de aquel sueño sin amarras
y estabamos limpios como la primavera
con nuestra ropa en el suelo, perdida y desgarrada,
acostados sobre un colchón de cabellos sueltos
no estábamos pensando en más nada
ni tuvimos en cuenta las horas que nos hicieron olvidarnos de todo,
excepto de nosotros …

Zambulliéndonos a pleno pulmón en este suelo de lágrimas
no pudimos hacer otra cosa a no ser dejar amanecer,
viajamos desnudos encima de una balsa de paño
como aquella alfombra que nos mostró el camino de las piedras
en esta noche y justo el día en que las luces
aparecieron en mi ventana.

Nenhum comentário:

Postar um comentário