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segunda-feira, 12 de setembro de 2011

CUBA QUE LINDA ES CUBA (ESPANOL)


Érase una vez una isla que me nació en los ojos
cuando el mar estaba a sólo quinientos metros
y los arrecifes eran la arena que me prometieron.

Ella no necesita de calificativos ni de pompas
porque se volvió una pompa de jabón,
nada sin prisa en el mar Caribe
que no para de robarle sus playas y costas.

Hace casi medio siglo
la tierra de las palmas reales me llenó el corazón de cascabeles,
me mordió con su boca de mostaza las mejillas rojas como las alegrías
y en los tiempos en que los poemas me salían del alma como mariposas
hablaba con minúscula sobre mártires, victorias y revoluciones
sin darme cuenta que la vida me pasaba por delante
con falda corta y aretes de princesa.

Aprendí a través de sus canciones que
“quien la defiende, la quiere más”.
Lo que no me aclararon fue de quién había que defenderla,
de quién había que esconderse para salir ileso,
sin un arañazo en la caja del cuerpo.

Aún me pregunto por qué en su himno se dice
que necesitamos morir por ella para probarle el amor.
¡Cómo morir si debemos estar vivos para lavarle los pies todos los días!?,
¡Cómo morir si nacimos para enjugarle las lágrimas y curar sus heridas
sin tener que inventarle enemigos
o destinos marcados a base de sangre y de fuego!

Recuerdo cuando no tuve respuestas para las preguntas
que me asaltaban en las noches de luna llena.
Cuando el mundo se vistió con colores diferentes
y los muros del oriente se cayeron a golpes de martillo.

En esta tierra que todavía aprendía el abecedario de la libertad
fueron expulsados, excomulgados y prohibidos
los que se atrevieron a desafiar los decretos de los cuarteles
y comenzó a faltar el “pan nuestro” en el país del trigo.

Entonces, en aquellos años sin ventanas
no podía respirar con las palabras
que aprendí en mis años de adolescente,
no vi otra salida que correr de su lado, abandonarla,
así como cuando dejas a una mujer en pleno agosto
después de haberle hecho las paces y el amor.
… debe ser por eso que hasta hoy aún me duelen los recuerdos …

Esta isla ya gastó todos los pecados
desde que hace unos cien años
le quitaron a sus guerreros la "tierra prometida"
y el machete no sirvió para hacer una “carga y matar a los bribones”,
que les robaron sus ríos y bohíos,
y mucho menos “para acabar las obras de las revoluciones”.

Este país donde las leyes son una perla en el dedo de unos pocos
ya no anda, no respira, no canta...
El "hombre nuevo" que vengaría los años de neocolonia
se perdió entre los recodos de la desilusión y la modorra
entre las guerras malparidas y las economías de mentiritas,
entre los abrazos de sangre y las despedidas en la orilla del mar.

Mas a pesar de todo esto pido que no le quemen la piel,
no la lastimen con ese hierro de marcar al ganado,
no la juzguen como a un adulto,
                                            no la aíslen del mundo.
Porque ella está enferma de tristeza
aunque hay quien asegure que ríe a carcajadas,
aunque su música haga mover las piernas de sus muchachas
y sus canciones les canten a sus ejércitos de piedra.

Desde este escondite de salitre en que me encuentro
veo a sus muertos como fantasmas balanceando el índice,
advirtiéndonos a todos los que creímos que algún día
el agua se transformaría en vino.

Veo a los ricos de espíritu
que sudan el arroz cada mañana para ganar el lugar
que sus padres les inventaron desde que nadaban en el amnios.

Veo a los que se llevaron a las mazmorras
y escupieron los dientes, vomitaron los sueños
como si fueran serpientes.

Veo esta tierra como un barco a la deriva
que con su boca de caimán devora a sus hijos
como si fueran palomas.

Creo que habrá que comenzar a soñar otra vez
sobre cómo será cuando sus hijos le crezcan en el vientre.
Me pregunto qué pasará cuando despierte
de esta pesadilla de frutas comidas
y cómo estará su piel cuando termine
el dolor de sentir las agujas en el cuerpo
que le clavan para vencer a sus enemigos como cruel vudú.

Me pregunto que idioma hablará
cuando acaben estos años que le cortan los suspiros,
y cuando no haya grilletes que le impidan articular sonidos como:
                                          libertad, almuerzo y “pajaritos volando”,

Sé de los que viven en su estómago
y le conocen las entrañas como nadie.
Toda una generación “y” tiene en jaque mate
a casi cincuenta siglos de uniformes
y una muchacha llena de sueños y palabras
está parada en las mismas narices de los tanques
haciendo trizas el poder de los ejércitos.

Me pregunto cómo llorarán
los hijos que crecieron en los brazos de otras tierras
y hoy tienen demasiados acentos en la piel,
padecen de escalofríos crónicos
y charcos de sangre en el borde de los ojos.
Quizás por ello se inventaron una patria en cada continente
con los pedazos de las calles
                                     y de los barrios que los vieron nacer.

Sé que estoy muy lejos de la tierra
que me prometieron cuando todavía cortaba cartulinas,
pero siento que debo declararle mi amor
aunque me prohiban acariciarla como siempre soñé,
aunque no me dejen zambullir en su subsuelo,
pasar por debajo de su piel y ver las llagas que no la dejan andar.

A pesar de vivir aislado en esta latifundio de lágrimas
quiero estar junto a aquellos que cruzan las fronteras de alambres o de agua
para huir de las consignas y de las promesas no cumplidas.
Necesito estar junto a los compatriotas que solo quieren
un pedazo de tierra dentro de sus alas
y amanecer junto a los que ahora mastican otras lenguas
                                y están llenos de gritos y de silencios en el cuerpo.

No quiero cantarle a la tierra de los que le dan el desayuno
para cobrárselo al día siguiente.
Prefiero cantarle a la patria de azucenas y de margaritas,
la que esta hecha de “guajiras”, frijoles y mariposas blancas.
Quiero cantarle con todo el amor que me enseñó en las tardes
en que me acompañaba a jugar a los escondidos
                                                              para encontrarme a mí mismo.
Quiero cantarle al Martí
que aún escolta la bandera en el patio de la escuela.
Porque este "hombre sincero" me creció en el pecho desde el principio
y estuvo conmigo siempre que se me caían las "alitas del alma".

Siempre sueño
en juntarme a la tierra que vio nacer a mis dedos uno por uno
y alimentó mis manos como si fueran inocentes.
Sueño con sus calles llenas de cantos, de gentes y de flores
y con su vieja Habana vestida de carnaval
amaneciendo sin pudor en el anciano muro del Malecón
con los tambores que le surgen en la piel desde hace años.
Sueño con barcos sin ancla en los puertos
saliendo por los mares que nos regaló el universo.
Sueño con las personas soltando las palabras
y regalándolas como si fueran caramelos.
Sueño en poder empinar los papalotes que imaginé en mi infancia
con el suave viento que levanta las sayas de sus negras y mulatas,
                                      como Marilyn en pleno Caribe …

Creo que todavía no es tarde para que todos sus hijos puedan revivir los recuerdos
que guardamos en la mochila que nos regalaron nuestros padres.
Siento que todavía no es demasiado tarde para que otros
puedan apenas existir sin preocuparse,
de qué color es el triángulo
 que la bandera tiene
en el medio de sus
piernas
...

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