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terça-feira, 4 de outubro de 2011

DE PATRIO ALBELDRIO (ESPANOL)


De distancias estoy vencido,
de distancias tengo ampollas en el alma
y de tanto que fui y vine de los acantilados
me vi ayudado por los surcos de los aviones
que se despedían de mí
ondeando sus manos en cada aeropuerto
donde siempre me socorrían, me sufrían
me regalaban los bailes de sus turbinas
y las fantasías de reír en pleno invierno.

En la tierra que se me metió en los recuerdos
desde que los suspiros aparecían como los amaneceres,
suicidé mis pasos repletos de adioses y de nombres
saturados de alas, lágrimas y juras de amor
pero de alguna forma me aparté
de los asientos destinados a los desvalidos
a los deficientes de alma, de coraje o de vergüenza
a los que acechan en el borde de la acera
para asaltar a los transeúntes que pasan por esta vida
de manos vacías.

En las playas donde mis poros
sudaron la sal y las dudas
puse todas mis esperanzas como fichas de apuestas
como quien defiende a su propia mujer de los azotes
de una pandilla de sentimientos podridos.

En las tierras que pisaron mis pies
vi perder mis dedos uno por uno
hasta que por fin fueron devueltos sin los anillos
que me colocaron aquel día
en que le hice el amor con todas las ceremonias
que me enseñaron cuando cantaba el himno
en el patio de la escuela.

Pero las aguas en las que ahora me sumerjo
cuando sufro las separaciones que me obligan
nunca mojaron mis músculos o mis ciudades
de la forma que allá por el siglo veinte
me trajeron al mundo sin alas
sin escafandras y sin miedos.

Aqui, sobre esta nube de sambas y carnavales
me contagié con el virus de la agonia
que tantos tienen en la sangre y en las glándulas
cuando dejan los escondites y las almohadas
que los cobijaron durante los veranos
en que veían derretir sus manos y esperanzas,
debe ser por eso
que me sorprendo con los puños cerrados
toda vez que pienso en los años que aún nos quedan
lejos de las playas y los adoquines
que visten las calles de mi vieja Habana.
Debe ser por eso
que las músicas que flotan en el viento de sus casas
cercan mis años con hipos contenidos
y cascadas de sal en el borde de los ojos.

De distancias estoy deshecho,
me siento cada vez más desaparecido en mil pedazos
y descubierto por las luces que me arrojaron en el rostro
los gendarmes dueños de las aduanas y de los arrecifes
cuando las ideas se tornaron pecados casi mortales
de aquellos que incineran tu alma sin derecho al paraíso
que solo encontrarás en los libros escolares.

Aquí dentro de esta catapulta con alas
quiero divertirme y hacer de mis miedos
estas palabras que se abren de piernas a la luz,
se hipnotizan con las palomas desnudas
que alimenté en mi infancia cuando dormia
entre las listas azules y blancas
que ondeaban sin pudor en el patio de la escuela,
esas que un día abrazarán a cada cubano
que amanece con sus piernas perdidas en este mundo
y no tiene como llevarse a la boca
un pedazo de esta bandera a la que llaman patria.

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