Le daba
la loca
cuando le
hacía cosquillas
le salían ronchas
si le
negaba los besos,
se hacía toda de miel
si le
besaba las costillas
se quería morir
cuando éramos traviesos.
No
aguantaba más
el amor
en nuestra cama
cuando
bebíamos vino
o
preparados con ron,
decía que era otra mujer
cuando le
hacía crucigramas
entre sus
piernas abiertas
y llenas
de sudor.
Ella no
sabía que era
esa bella
putica
cuando veía sus senos
transformarse
en helado,
ella ni
sabía
que era
contorsionista
cuando en
las noches vestia
su cuerpo
con mis manos.
Perdía el sentido
cuando le
besaba los ojos,
se hacía de jirones
si le
penetraba los sueños,
decía mil palabrotas
con sus
labios rojos,
se le oía reir cuando
me le
declaraba su dueño.
Su cuerpo
siempre fue
mi
perfecta guitarra
con todas
sus cuerdas
vibrando
a la vez,
gritaba,
gemía
y
temblaba con ganas
cuando
mis besos le hacían
un nido
en su tez.
Ella
desconocía
todos sus
esconderijos
cuando de
noche me subía
a su
cuerpo sin norte,
sus ojos
sin madre
su boca
sin hijos
y sus
nalgas hermosas
eran mi
pasaporte.
Como ves
yo soy
tu
asesino macabro
que
siempre detesta
salvarte
la vida,
mientras
tanto soy
para ti
como un extraño
que te
mataría mil veces
digas lo
que digas.
Quiero
tenerte,
respirar
tus vicios,
chupar
tus canciones
recitar
tus poemas,
saberte
de cerca,
alimentar
los caprichos
que te
crecen en la piel
mientras
te beso entera.
Sabes de
sobra
que no
soy ni de mí mismo
y que mis
besos salvajes
vuelan
como fieras
cazando
canciones
sin más pesimismos
que el
que yo tendría
dentro de
tu hoguera.
Sabes que
soy
este
animal que vive
y que mal
conoces
si lo
miras de cerca,
no soy
para todas
una no me
sirve
le
soy fiel a los años
que
habitan mis cuencas.
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