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sexta-feira, 7 de outubro de 2011

DESCUBRIDOR DE MI ... (ESPANOL)


Caí unas cien veces
antes de levantarme otras quinientas.
Vi lo que mis ojos se negaban a entender,
o que ya entendían en la piel llena de dobleces.

Fui blando como el algodón hasta que terminó la mágia,
hasta que el veneno me dejó solo
con las cicatrices escondidas en los recodos de la memoria,
atento a todos los ruídos que no oía hacía mil anos
desde que mis juguetes huyeron de la guerra fría.

Apagué mis rastros para no volver sobre los pasos,
y no tener que encontrar de nuevo al chiquillo que fui,
al adolescente sin alas, lleno de fantasías
y con los bolsillos vacíos.

Sentía mi sangre congelada
y me negaba a socorrerla para no darme cuenta
que estaba completamente solo
del otro lado del muro como un botón olvidado,
y mientras tanto,
siento en la piel del recuerdo
la ausencia que me obligaron a sufrir
de esta tierra a la que llaman de patria,
esa que crece en el pecho siempre que amanece
la que hace años nutrió mis dedos
e hizo crecer mis ojos mientras cantaba en mis sueños
para no morirme de ganas, de fiebre o de verdad.

Hoy sé que no soy más el mismo,
me sorprendo cuando hago malabarismos con los pies
y duermo resumido en horas de mentiritas,
que prefiero no ver amanecer porque el sueño
me convence a quedarme un poco más conmigo
viéndome por dentro como si fuera una píldora
y recordarme que todavía estoy vivo
a pesar de la oscuridad que me ciega.

Hace años me doy cuenta de cómo las piedras
pasan por mi vida como un rompecabezas,
ruedan debajo de mis plantas
que acumulan kilómetros y charcos
como vendaval inevitable en las olas,
como velero inefable del tiempo,
como fiel descubridor de mí mismo.

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